Tallin es una ciudad báltica que guarda muchos vestigios medievales y lo que fue ruta comercial lo es hoy del turismo.
A unos minutos del puerto nos encontramos con el casco antiguo, con sus cuestas y calles estrechas que nos conducen a edificios singulares.
La catedral ortodoxa, de San Alexander, es bella en su interior y exterior, y su interior me recuerda, aunque con mayor ornamentación, a la de Uspenski. El día que estuve se celebraba misa, y olía a incienso. Por un momento pensé que estaba en Toledo.
La herencia rusa se nota en este país, antigua república soviética, donde la lengua rusa colonial compite con el estonio. En la foto la imagen de Dostoievski, nos da la bienvenida al instituto que lleva su nombre.
La bandera pertenece a un centro cultural español.
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